Habitos de alimentación







“El hábito hace al monje”. Siempre que pronuncio esta frase hecha, me gusta puntualizar que no es el hábito que lleva el monje el que lo hace ser, sino, que el monje es lo que es por sus hábitos disciplinados, su práctica espiritual y su dedicación universal. En la vida no existen dietas milagrosas, durante toda la vida muchísima gente se pasa buscando la dieta milagrosa que le solucione problemas, pero mientras no comprendamos que una dieta no es más que un hábito de alimentación que se rige por un equilibrio, no podremos evolucionar.


Mi gran propósito, para la humanidad, es desarrollar unos hábitos alimentarios si prohibiciones, aunque sí conscientes de lo que se consume, para lograr que el ser humano, logre el mayor provecho de su vida y evolucione, física, mental y espiritualmente. Con está evolución, lograremos que esté planeta sea mejor y cese todo lo negativo que se encuentra a nuestro alrededor.


Lo primero que hemos de comprender para adquirir unos hábitos, es que “somos lo que comemos”, según lo que comemos, actuamos, según lo que comemos, pensamos, según lo que comemos, sentimos, según lo que comemos, amamos, según lo que comemos, (perdón por la expresión) cagamos o no cagamos, según lo que comemos, enfermamos o no enfermamos, según lo que comemos, somos.


Por favor, no somos conscientes de lo que nos afecta lo que comemos. Despertemos de una vez, que no es posible que a estas alturas de existencia seamos unos ignorantes. Cuando digo esto, es porque analizando esta sociedad, nuestro proceso de evolución en cuanto a la alimentación se refiere es el siguiente: Cuando nacemos, nos alimentan, aunque hoy en día cada vez menos como debería alimentarse un mamífero, con la leche materna que hoy la sustituimos por leche adaptada, poco a poco, vamos creciendo, comiendo de todo según la cultura, en la adolescencia, unos chavales sufren obesidad, otros incomprensión o mejor dicho tienen problemas emocionales, otros son agresivos, otros están dormidos, y así un sinfín de definiciones que abarcan la realidad de una sociedad muy diversa, con falta de paz interior. Seguimos creciendo y comienzan las relaciones entre los unos y los otros, con falta de comprensión, con falta de humildad, es decir, lo mires por donde lo mires, nos falta conciencia. Cuando cumplimos los treinta sufrimos generalmente de ansiedad, o bien, tenemos colesterol, o bien la tensión un poco descompensada y muchos otros desequilibrios que podríamos comentar. A los cuarenta años nuestra vida empieza a ser restringida, no tomes esto, no bebas lo otro, camina para mejorar tu estado de salud, y muchas cosas más. Desde estos instantes, hasta el fin de nuestros días es un ir y venir sin ser dueños de nuestra existencia, simplemente porque creemos que al tomar el mundo por montera, disfrutar al máximo en ciertos momentos de nuestra vida, estamos viviendo, pero eso no es así. Lo más maravilloso en la vida, es disponer de libertad para disfrutar en todo momento de lo que a uno le apetece, con conciencia y sin restricciones y esto lo podemos lograr teniendo unos buenos hábitos.


Mi recomendación para lograr unos hábitos beneficiosos para nuestra salud, es comer un mínimo de 5 veces/diarias, ingiriendo agua mineral entre las comidas y nunca durante la comida, en la cual nos beneficia más una bebida fermentada como el vino o la cerveza o una bebida caliente como el té (preferiblemente sin teína) kukicha o bancha. Entiendo que a la mayoría de la gente esto le parecerá una locura, pero es muy fácil de esquematizar.


Al despertar, (desayunamos) tomamos simplemente una infusión caliente y un alimento cocinado en temporadas frías, en temporadas cálidas una infusión y una fruta del tiempo, seguidamente entre dos y tres horas después (almorzamos), cualquier alimento que nos apetezca libre de proteína animal, puede ser verdura o fruta, cruda o cocinada, posteriormente, relajadamente comemos, tomándonos nuestro tiempo, incluyendo en esta comida, proteínas, carbohidratos (siempre que las proteínas no sean de origen animal), vitaminas, minerales, grasas y azúcares (en la medida de lo posible naturales), es conveniente en temporadas frías tomar un plato caliente o de cuchara. En el caso de ingerir proteína animal en la comida, es mejor no consumir carbohidratos. Preferiblemente evitaremos el postre tras una comida, tras hora y media disfrutaremos de (la merienda) ese bocado dulce que hubiese sido el postre de la comida y finalmente, como mínimo tres horas antes de acostarnos, disfrutaremos de la última comida del día (la cena), una comida que ha de ser liviana y en la que evitaremos principalmente alimentos agresivos como las proteínas animales, consumiremos carbohidratos si no los hemos consumido al mediodía y en el mejor de los casos, simplemente consumiremos algo muy ligero, una sopa, verduras escaldadas o algo similar en épocas de frío y cualquier otro plato en tiempos cálidos. En el caso de que tomemos la opción de consumir hasta siete veces al día, reduciremos las cantidades de comida y también la frecuencia, con este método hacemos quemar más grasas a nuestro organismo, debido a que “trabaja más veces”, es decir, con más frecuencia, aunque siguiendo todos los consejos anteriormente citados, no se desgasta el organismo, lo hacemos que se mantenga vivo.


Reconozco, que por el tipo de vida que llevan hoy las sociedades capitalistas, y siendo el ritmo de estas bastante frenético, es habitual comer fuera de casa. En estos casos debemos adaptarnos lo más posible a las indicaciones anteriores y compensar la alimentación en las comidas nocturnas. Es habitual, tener una vida social especialmente los fines de semana, en estos casos lo mejor es adaptarse con moderación a cualquier lugar que podamos acudir a comer y cenar y disfrutar sin cuestionar si nos beneficia o nos perjudica. Simplemente debemos dejarnos fluir y elevar nuestra conciencia para ser conscientes que por comer algo que en principio no es muy beneficioso, este alimento no nos va a perjudicar. Todo está en nuestra mente.

Os voy a explicar esto más detalladamente. Dios creó el Universo, y en este Universo existe nuestro Planeta Tierra, la madre naturaleza, nos provee de alimentos y la evolución (que es inevitable en la humanidad), nos permite comer de todo, los alimentos que la Madre Tierra nos ofrece no son en ningún caso perjudiciales, si lo es el uso o mejor dicho el abuso de estos. La mejor manera de lograr que los alimentos siempre nos beneficien es el pensamiento que enviamos hacia ellos.


Os lo redactaré con un ejemplo:

Muchas personas que se pasan la vida haciendo una dieta, han educado su mente a un rechazo sobre los alimentos. No como esto porque engorda, no como lo otro porque engorda y así generan un largo listado de alimentos que ellos creen que les engorda, y efectivamente, cada vez que los consumen estos generan en ellos un aumento de peso. La mente en este caso es quien nos engorda o nos adelgaza.


Como la sociedad, hoy en día, da mucha importancia a la apariencia física, estos patrones están muy de moda. Se a ciencia cierta que hay personas que comen de todo y como su actitud es positiva y confían plenamente en que nada les engorda, nunca engordan. Yo sé que esto es así, lo que no quiere decir que por el hecho de que no engorden, estén exentos de un deterioro físico a largo plazo. .


Para lograr el bienestar físico, mental y espiritual es para lo que nos va a servir esta filosofía.

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