Filosofía para nutrir el Alma





Podríamos dividir la alimentación en tres partes, comer, alimentar o nutrir. Cuando me refiero a comer, es lo que generalmente hace la gente, comer es simplemente “llenar la panza” sin ninguna conciencia, alimentar es comer intentando tomar conciencia de lo que se come, pero nutrir es lo que vamos a plantear con esta filosofía.


Nutrir no es ni comer ni alimentar, cuando comemos o alimentamos simplemente estamos trabajando sobre lo físico. Nutrirnos es tomar conciencia de que cada alimento que ingerimos nos va a repercutir en nuestro cuerpo físico, mental y espiritual.


En primer lugar siempre he de mostrarme agradecido a Dios, al Universo, al Sol, a la Luna, a la Madre Tierra, al agua, al oxígeno y a todo lo que existe y hace posible que exista la vida.


En segundo lugar, debo agradecer a todo lo que hace posible que existan las estaciones, porque gracias a todos estos cambios climáticos, la Madre Tierra nos ofrece diversidad de alimentos.


En tercer lugar, he de agradecer a los propietarios de las tierras de cultivo, porque hacen posible que se cultiven alimentos, a los labradores que trabajan la tierra, a los que compran y venden estos alimentos, al transportista que lo lleva de un sitio a otro, a la tienda que lo ordena en su espacio para que yo pueda alcanzarlo, a quien me lo cobra, por prestarme este servicio y en definitiva a todos los que intervienen en esta inmensa cadena que no han sido nombrados por hacer que sea posible. Una vez ha llegado a mis manos este alimento, simplemente debo respetarlo y mimarlo para utilizarlo en mi cocina.


Retrocediendo en el tiempo, recuerdo que siempre me ha gustado comer. Siendo yo pequeño, viví la mayor parte de mi infancia con mis abuelos maternos. A mi abuelo Ricardo, le gustaba comer bien, habitualmente era mi abuela quien cocinaba en casa, pero mi abuelo aprovechaba los días festivos para cocinar. Con su mejor criterio, los sábados nos deleitaba con unos arroces maravillosos, paella valenciana, paella de alcachofas y habas, paella de mariscos, etc., en ocasiones, algunas noches, cuando le traían anguilas recién cogidas, nos deleitaba con un “All i Pebre”, (plato típico de la provincia de Valencia), y otras veces recuerdo que encendía las brasas para hacer carnes, embutidos y verduras o algunas veces mariscos. Recuerdo estos momentos con gran ternura, siendo consciente ahora de lo que más me impacto de esa época fue el amor que depositaba cocinando. Me sorprendía ver como mi abuelo destinaba toda una mañana para preparar un paella. En la galería del piso donde vivíamos, tenía una chimenea que utilizaba para cocinar a la leña, leña que era de los naranjos de sus campos, que recogía y traía a casa. Se preparaba la leña, la colocaba con mucho mimo y la encendía, mientras el fuego estaba en combustión, limpiaba y preparaba cada alimento que iba a intervenir en el guiso, frecuentemente mi abuela compartía estos momentos con él y tanto mi hermana como yo estábamos merodeando por allí, jugando y observando como lo preparaban todo. Una vez todo a punto, colocaba la paella sobre el fuego y comenzaba a cocinar, para ello, se sentaba en una silla delante de la paella durante todo el tiempo que estaba cocinando e iba introduciendo con orden y esmero cada componente en la paella. Nunca había prisa, siempre lo organizaba con tiempo y siempre sabía maravilloso. Nunca he probado mejor arroz que el de mi abuelo, ni yo mismo consigo acercarme a esos guisos tradicionales. Siempre he sido consciente que los platos no saben igual cocinados a la leña. Él jamás cocinó ningún alimento con otro fuego.


Todos podemos recordar a nuestros antepasados en algún momento en la cocina, generalmente siempre ha sido el centro neurálgico de un hogar, o recordar los aromas maravillosos que penetraban por nuestras fosas nasales cuando entrábamos en casa, como elaboraban los platos para alimentar a la familia, y todos generalmente utilizaban un mismo ingrediente, el AMOR. Este es el ingrediente principal en esta filosofía, naturalmente, no es el único, pero si el primero en incorporar a cualquier receta.


Posiblemente, lo que más me ha motivado siempre de la cocina es la nutrición, desde esta base he desarrollado mi propia fórmula para alimentarnos de una forma excepcional.


Cocinando con la energía Divina = Amor, intención, pasión, alegría y creatividad.


Amor. Cuando hablo del amor, me refiero a un amor igual al que tiene una madre por su hijo, hablo de amarnos a nosotros mismos, amar todo lo que nos rodea y también todo aquello que llega a nuestras manos, especialmente los alimentos que vamos a elaborar. También me refiero a tomar conciencia de cada uno de los alimentos, de hacer un retroceso en el viaje que han emprendido cada alimento desde el inicio de su creación hasta llegar a nuestras manos, siguiendo cada paso que ha hecho posible que éste llegue a nosotros y agradeciendo a cada persona que ha tomado contacto energéticamente con el alimento, al Universo, por ser el creador, al planeta por concedernos la atmósfera y la climatología, al agricultor por plantar la semilla, por cuidarla hasta estar crecida y dispuesta para recolectar, a las personas que intervienen desde este instante hasta llegar al comercio, al comercio por abastecernos, al dependiente o dependienta por tratarnos con amabilidad y a quien ha hecho que esta llegue a nuestra casa, seamos nosotros mismos o cualquier otro. Esta lista de agradecimientos puede crecer tanto como podamos sentir o querer. El amor surge en nosotros desde el sentir, cuando no nos cuestionamos nada, absolutamente nada al respecto sobre lo que estamos haciendo, simplemente nos ofrecemos a la energía universal para nutrir a los seres que habitan este maravilloso planeta.


Intención. En cada instante que nuestro ser se pone al servicio del Universo para nutrir al ser humano y todos sus cuerpos, físico, mental, emocional, espiritual y otros, interviene aquello que es denominado intención. Cuando interviene la intención, es muy importante saber que es lo que queremos transmitir a los alimentos, y conectar con estos pidiéndoles autorización para prepararlos para cualquier elaboración. Podemos transmitir la energía que deseemos a cualquier alimento siempre que estemos en un estado de calma interior y un posible estado de meditación y concentración. Existen múltiples posibilidades a la hora de transmitir energía, ofrecemos la energía especialmente para sanar, bien sean emociones (tristeza, sufrimiento, ira, enfado, rabia, etc.), órganos (corazón, riñón, hígado, pulmones, etc.), a estos específicamente se les puede sanar con ciertos alimentos, fibras o tejidos, alteraciones en el organismo (acidez, estreñimiento, fiebre, malestar, etc.) y todo aquello que pueda acontecer en la vida de cualquier persona.


Cuando cocino, siempre transfiero una intención a los alimentos, salud perfecta que significa salud física, salud mental, salud emocional y salud espiritual, también tengo la costumbre de transmitir abundancia y prosperidad, amor, alegría, pasión, creatividad, paz y armonía. Seguidamente incorporo la intención como yo digo a la carta, si viene a comer una persona con baja energía, le transmito energía a los alimentos, si quien viene sufre estreñimiento, transmito la energía a los alimentos para liberarlo de este, si viene alguien indeciso, le transmito decisión y así sucesivamente según el caso que se pueda plantear con cada persona. Necesariamente no hace falta que las personas nos cuenten su vida para saber que sufrimiento rodea sus vidas, si aprendemos a sentir la energía percibiremos todo aquello que rodea sus vidas, bien sea por su postura, por su voz o su forma de expresar, por su forma de estar, por sus gestos y ante todo por aquello que desprenden.


Planteemos una cuestión:

Vamos a preparar un bocadillo de queso, habitualmente, nosotros hemos ido a comprar el pan, hemos comprado el aceite y también el queso, simplemente abrimos el pan, le echamos el aceite y a continuación cortamos el queso y lo introducimos dentro. Muy fácil, ¿verdad?


Dentro de nuestra filosofía, este método no beneficia nuestra energía de ser. En la cocina para el Alma, nuestro bocadillo de queso lo elaboraríamos de la siguiente forma:


Nos acercamos al horno que sea de nuestro agrado, seleccionamos el pan que más nos apetezca, seleccionamos en la tienda que sea de nuestro interés el aceite que más nos agrade y seguidamente en la charcutería compramos el queso que más nos apetezca. Llegamos a nuestra casa, escogemos el cuchillo de sierra para cortar el pan, con mucho cariño, abriremos ese pan por la mitad, siendo conscientes que en ese instante sólo existe el pan, el cuchillo, nosotros y la respiración relajada, agradeceremos a todos los seres que han intervenido para que ese pan llegue a nuestro hogar y a toda la cadena natural que lo ha hecho posible, agradeceremos igualmente todo el proceso creativo que ha seguido el aceite desde su inicio, desde que era una semilla, y suavemente dejaremos que ese aceite rocié nuestro pan con mucho amor, seguidamente tomaremos conciencia con el proceso creativo que corresponde al queso, cogeremos el cuchillo adecuado y cortaremos el queso a nuestro gusto, recordando que estamos inmersos en un estado profundo de meditación-concentración, el queso, nosotros y la respiración relajada. Bendeciremos estos alimentos y transmitiremos la energía que deseemos sin olvidarnos de transmitir abundancia y prosperidad, amor, alegría, pasión, creatividad, paz y armonía y a continuación aquello que deseemos. ¿Siendo un bocadillo de queso, será lo mismo?


Naturalmente, no es necesario hacer todo el proceso de recolección de alimentos en cada momento que lo necesitemos, pero sí poner la intención cada vez que hacemos la compra.


Pasión. Es muy probable, que todo el mundo en ciertas actividades, cuando las desarrolla siente una sensación de paz, alegría, diversión y otras emociones benefactoras y sería capaz de hacerlas sin obtener ninguna recompensa material. Esto es la pasión. No debemos ejercer las actividades en la cocina como una obligación, más correcto sería comprenderlas desde el punto de vista de la pasión, descubriendo detalles tan bellos como nutrir a nuestros familiares, amigos, compañeros, etc. Cuando me refiero a nutrir, no es simplemente llenar la “panza”. Nutrir es equivalente a muchos ámbitos, nutrimos la sangre, las células, los órganos, las emociones, la mente, el espíritu. Todos sabemos que no disfrutamos igual de una comida llena de discusiones que hemos realizado de cualquier manera, como podemos disfrutar de una comida relajada con una conversación agradable y por supuesto una sobremesa. ¿No es verdad?


Hagas lo que hagas, siéntelo, ponte al servicio de la humanidad,encuentra la belleza en aquello que estás realizando y disfrútalo.


Para vivir la vida con pasión, en ningún momento hay que juzgar ni cuestionar lo que se hace. Cuantas veces, hemos tenido discusiones en casa y hemos comparado que si nosotros hacemos esto, si hacemos lo otro, si el otro no lo hace y demás. Cuando estas situaciones se suceden en la vida, es porque estamos juzgando y cuestionando las cosas que hacemos y las tomamos como una obligación. Si conseguimos apartar de nuestra vida los juicios que realizamos diariamente ante las cosas que vivimos, nuestra vida se forjará más feliz y agradable, disfrutando así de cada instante y de cada cosa que concibamos.


Os invito a poner en practica el siguiente ejercicio:


Cada vez que os venga un pensamiento a la mente el cual os haga cuestionar o juzgar, debéis manifestar mentalmente “cancelado, cancelado, cancelado”, seguidamente debemos sustituir este pensamiento por uno positivo modificando así nuestro comportamiento mental. Con el tiempo nuestra mente se irá educando y se verá libre de crear juicios. Con este método, adquiriremos también más autoestima y confianza, y así podremos escuchar más lo que dicta nuestro interior y dejaremos de cuestionarnos. Generalmente, siempre el primer pensamiento es el mejor, es el más ligado a la intuición. Existe una parte de la mente que por medio de impulsos eléctricos nos manda pensamientos que

son señales guías de nuestra vida aunque generalmente siempre la trasladamos a otro apartado de la mente donde se encuentra el raciocinio. El raciocinio es el apartado de la mente que nos sirve para realizar cálculos, para leer y otras actividades. Existe una fórmula que define muy bien lo que podría ser la intuición.

Pensamiento + Sentimiento = Acción.


Cuando a cualquier persona le llega un pensamiento a su mente, inmediatamente después se produce un sentimiento y a partir de aquí somos nosotros quienes decidimos actuar o no. Si tras percibir el sentimiento, este nos hace sentir felices, nos proporciona alegría y paz interior, perfectamente podemos actuar, y estoy seguro que no nos equivocaremos. Este es un ejercicio que debemos practicar para aprender a sentir la esencia verdadera de nuestro ser. Si la sensación que percibimos no es agradable, lo mejor que podemos hacer es transmutar la energía finalizando el ciclo, en este caso la trasmutación sería la acción. Transformaremos el pensamiento negativo en positivo.


La alegría está innata en nosotros, ya que somos seres de luz y pertenecemos a la luz. Por circunstancias, según lo que hayamos vivido en esta vida, esta luz innata, se va apagando y nuestro carácter se va forjando tal y como nosotros lo vamos guiando. No hay nada lo suficientemente grave para apagar nuestra luz y con ello nuestra alegría. Jamás debemos perder la sonrisa de nuestro rostro. El hecho de trabajar en la cocina para nutrir a las personas que nos rodean y a nosotros mismos, tiene que ser una acto que nos proporcione relajación y alegría. Si en algún momento este satisfactorio trabajo nos genera estrés no estamos en conexión con el Alma.


A mi entender, cuando salimos a comer o cenar fuera de casa, es muy importante que las personas que van a nutrirnos nos proporcionen tranquilidad, alegría, paz y satisfacción para que esos alimentos nos nutran correctamente. Si al lugar donde acudimos para comer o cenar no cumple estas condiciones, perfectamente podemos transmutar la energía con los métodos anteriormente citados.


Por ejemplo, si llegas a un restaurante donde hay mucho bullicio y escándalo, mejor sería no comer allí, es preferible comer en lugares tranquilos, relajados y repletos de armonía, aunque siempre podemos transmutar la energía si lo deseamos.

naturalmente impregnaremos esta alegría a nuestros alimentos cuando los cocinemos.


Recuerdo un día, en casa de mis suegros, que mi suegro en concreto, había ido a ver a unos nietos a jugar al tenis, mientras en su casa estábamos parte de la familia disfrutando de una comida que había elaborado yo. Llegó malhumorado porque había comido de cualquier manera, deprisa y no disfruto de esa comida. Le ofrecí comida que nos había sobrado y no quiso tomarla. En cambio nos vio tomando los postres y quiso probarlos, tras la primera cuchara que se introdujo en su boca, su actitud empezó a cambiar, cuchara tras cuchara su rostro se fue transformando y terminó los postres riéndose felizmente.


Creatividad. La creatividad como la alegría también es innata en mayor o menor cantidad, pero tal y como la vayamos trabajando esta irá creciendo. Para desarrollar la creatividad hay que alimentar la mente con amor, pasión, ilusión y alegría, y de este modo, acompañándolo de conocimientos y de la puesta en práctica de estos, se desarrollará maravillosamente.


Todos los seres que conocemos, poseen este don, creatividad significa crear, y los seres humanos tanto hombre como mujer somos capaces de crear, co-creamos con el Universo.


No debéis cuestionaros nunca que no podéis ser creativos, todos, absolutamente todos poseéis creatividad. Si observas tu vida, estoy seguro que en algún momento o en muchos momentos has sido creativo en algo, bien sea en la cocina, en el ocio, en el bricolaje o en cualquier cosa. Ahí tienes la confirmación de que eres creativo.

Supongo que tras dar un repaso a tu vida, has descubierto donde se encuentra tu creatividad. A partir de ahora, puedes trasladar esta creatividad a donde desees, y si sigues viviendo la experiencia que te va a aportar este libro, seguro que también vas a ser creativo en la cocina, aunque tu ni te lo puedas imaginar.


Te invito a descubrirlo.

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